Obstáculos en el Cuidado del Cabello de la Mujer

 

"Asimismo, vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios" (1 Pedro 3:1-4).

 

En verdad que este tema del cabello de la mujer es poco popular en la iglesia pues encuentra muchos obstáculos. Diferentes aspectos llevan al tema a lo que parece ser, una batalla perdida, por ejemplo; para una mayoría es algo externo y eso no importa. Otra línea del problema radica en como el pensamiento moderno influye definitivamente en la mujer cristiana y eso les impide a muchas, distinguir entre el mandamiento de Dios y las costumbres de nuestra sociedad, distinguir entre el mandamiento de Dios y los deseos de la carne. Pero; ¿qué dicen las Escrituras, es importante o no?

 

El Diccionario del Nuevo Testamento de Hastings, cita algunos comentarios para señalar el hecho de que para los judíos es importante en la antigüedad, así como en el tiempo de Jesus. “Los judíos parecen haber compartido con otros pueblos la creencia de que el cabello es una parte viva del cuerpo.” La Biblia registra que este hecho es verdad, habla acerca de que Dios está atento a lo que ocurre con el cabello bajo los dos pactos. La atención que tenía sobre los votos, el juramento sobre la cabeza, el nazareato etc. Ya en el tiempo del Nuevo Testamento, el tema continúa pues es puesto como causa de honra y de deshonra en caso de varón y también de la mujer, pero aun va más allá pues dice: “Pues aún vuestros cabellos están todos contados” (Mt. 10:30). “Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá” (Lc. 21:18). 

 

 

Tres obstáculos en el cuidado del cabello de la mujer en la iglesia

Podemos encontrar distintas dificultades en este propósito, pero en esta ocasión quiero señalar tres muy comunes. El primero tiene que ver con las costumbres y los gustos cuando estos llevan a seguir una idea diferente a la voluntad de Dios. El segundo con lo relacionado a aquello que ha llegado a creer y por lo cual decide obedecer cambiando sus costumbres. Y tercero, el hecho que en la iglesia los que enseñan la Palabra no lo hacen según la necesidad que amerita esta situación. Recordemos estos principios conforme a Las Escrituras, conforme a la voluntad de Dios.

 

La falta de entendimiento sobre la corriente cultural  

Definitivamente la corriente de la cultura—corriente del mundo (Ef. 2:2), marca un precedente importante en la vida de la mujer cristiana. Habituados a imitar el comportamiento de los demás, la mujer muchas veces no renuncia a esas prácticas de seguir cortando el cabello cuando llega a la iglesia. Acostumbrados (costumbre: συνήθειαsunédseia; habituación, usanza, costumbre. Strong) a “la antigua manera de vivir,” no se dan cuenta que la regla cambia al venir a ser parte de la iglesia y de una nueva ley, la de Cristo y su Nuevo Testamento.  

 

Asi, mirando lo atractivo de la moda, de los estilos modernos, constantemente en la iglesia, puede notar que mujeres se inclinan hacia esa preferencia. Esto se ha convertido en un obstáculo que viene estorbando la aceptación y la practica; el que una mujer adulta, termina cortando su cabello, formando la costumbre también en su familia, y en otras mujeres a su alrededor. Disimuladamente, van cortando el cabello, unas más, otras menos. Parcialmente, un poco de cambio por aquí, otro poco por allí hasta terminar aceptando los estilos del mundo y decidir definitivamente ignorar el mandamiento de Dios.

 

Muchas veces usted puede escuchar tales pensamientos cuando le pregunta a las hermanas que hacen esto, ¿por qué? Y a lo cual usted puede escuchar cosas como; “es que me duele la cabeza con el cabello largo” “el doctor me recomendó cortarlo” “lo tengo muy maltratado.” Una hermana dijo un día, “le corte a la niña el cabello, porque ella jugando se lo empezó a cortar.” Excusas como estas son comunes y estoy seguro que usted puede mencionar muchas otras, la verdad es que lo hacen porque la tendencia del mundo, la imagen de la mujer afuera, termina convenciendo que es así como quiere verse también.

 

En tiempos del Antiguo Testamento, Dios le dijo a su pueblo que no debía seguir las costumbres de los pueblos. La Ley en tiempos del Antiguo Testamento era clara al decir: “Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios (Levítico 18:30). En su caso los profetas tenían el mismo mensaje para el pueblo de Dios, “Así dijo Jehová: no aprendáis el camino de las naciones… porque las costumbres de los pueblos son vanidad” (Jer. 10:2-3). Un estudio más amplio de este tema en la Ley Antigua, puede demostrar que Dios dijo esto en lo que tenía que ver con lo moral y también en las leyes en cuanto a sacrificios y culto.

 

A la llegada de la iglesia, el Señor Jesús trajo una nueva Ley, nuevas instrucciones para la vida del cristiano. Por eso es importante que aquello que creemos, lo que decimos practicar en nuestra vida, sea algo que se origina en Dios, porque de otra manera, de no ser así, solo estaríamos siguiendo enseñanzas cuyo origen es de los hombres (Mateo 21:25), y esto a su vez de los demonios (1 Timoteo 4:1). Es algo sencillo de entender pues toda práctica tiene un origen, y las enseñanzas dadas por Jesucristo para la iglesia, son transmitidas (parádosis (παράδοσις; 1 Cor. 11:2) por la revelación del Espíritu Santo. Estas enseñanzas o Leyes ahora están en tus manos para obedecerlas; vinieron primero por Jesus, luego por vía apostólica y asi en los Libros del nuevo Testamento, pero nunca en la cultura o tradiciones de los hombres.

 

Por lo tanto; ¿Tenemos mandamiento acerca del cabello de la mujer en el Nuevo Testamento? ¿Es solo una buena costumbre? ¿Es solo una imposición de los hombres en la iglesia? 1 Corintios 11:1-16. 

 

La falta de convicciones en la mujer creyente

Con este punto quiero referirme al tiempo en el que la mujer ha llegado a conocer la Palabra de Dios. En esta etapa ya conoce el mandamiento, ya sabe cuál es la diferencia entre la voluntad de Dios y la costumbre, la tradición, los gustos, etc. Ahora la dificultad ya no es que no conoce. La dificultad se encuentra entre creer, aceptar, y así llegar a la obediencia, a lo cual muchas mujeres en la iglesia deciden que no están dispuestas.

 

¿Cuál es la razón para no obedecer y dejar de cortar su cabello? El motivo es, que ella, no se forma la convicción en su corazón que dejar crecer su cabello sea un mandamiento Divino (Convicción: convencimiento, idea a la cual se está fuertemente adherido—RAE). Tal vez en parte conoce o en parte lo cree, pero no llega a persuadirse completamente por lo que le resta importancia. Podemos ver que esto igual pasa, en mujeres que tienen poco tiempo de haberse convertido o de algunas que tienen mucho tiempo, el problema reside en lo “interno, en el corazón” (1 Pedro 3:4) donde nacen los deseos, las intenciones y pensamientos. Alli es donde se impone el deseo sobre lo externo, y se deja ver su falta de convencimiento.

 

Recordamos aquí que, el cristiano debe vivir por la fe. Pablo dice que es la forma de alcanzar justificación, esto es o debe ser algo “evidente” a todos (Gal. 3:11). Entonces; es correcto decir que la mujer ya no se debe dejar guiar por sus gustos, tampoco por la llamada corriente del mundo o las costumbres sino por la voluntad de Dios; sino que la mujer debe guiarse por Dios y por su Palabra pues “la fe viene por oír la palabra” (Rom. 10:17). 

 

Pero encontramos el hecho que la mujer no se convence, que parte del problema aquí es que, conociendo la enseñanza al respecto, la mujer duda y por lo que termina formando en su corazón la idea de que cortar su cabello sea poco o mucho, no es importante. Pero consideremos lo siguiente por favor:

 

1.       Dejar crecer su cabello, o sea no cortarlo, es un mandamiento (1 Corintios 11:15). Strong, dice que es por analogía un valor, apreciación, estimación, dignidad, honor, honra. Es algo que toda mujer cristiana debería reconocer; “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1Cor. 14:37). El contexto en esta Carta dice que la mujer no tiene derecho de “pensar más de lo que está escrito” (1 Cor. 4:6).

2.       Vanidad, inmodestia, vanagloria, ostentación etc. Son palabras que tienen relación con prohibición, las cuales a su vez tienen que ver con el carácter, conducta, tanto en la parte interna como externa. Pero si estas palabras indican algo negativo en este tema, considere lo siguiente; pues Dios va mucho más allá al decir que cortar o rapar su cabello es algo vergonzoso (1 Cor.11:6), esto es “indecoroso” o “deshonesto.

 

3.       Cortar su cabello es algo deshonroso (1 Cor. 11:14-15). Esto tiene que ver con (time, τιμή, G5092), primariamente valoración; la valoración objetiva, el valor, honor otorgado por Dios a los miembros de nuestro cuerpo (1 Cor. 12:23-24). Pero el lado negativo se refiere a que cortarlo es algo “sin honra, menos digno, menos decoroso, algo deshonrado.”

 

¿Cuál es el significado de tener su cabello en una mujer? ¿Tiene algún propósito? ¿Es algo a lo que Dios no le da importancia?

 

La falta de instrucción de parte del predicador

Por último; una de las cosas que podemos reflexionar también, es que una buena parte de la responsabilidad corresponde a los hermanos que enseñan la palabra, maestros o predicadores.

 

Pero ocurre muchas veces que los responsables de impartir la enseñanza en la congregación no lo hacen, aun en la propia familia del predicador, algunas mujeres cortan su cabello. Algunos casos se ven en la explicación que dan las mujeres, al justificarse, piensan que, si la mujer en la familia del predicador o mujeres con más tiempo en la iglesia lo cortan, entonces “no es algo malo.” Al visitar una congregación, una hermana me dijo del tema “aquí si permiten cortarlo, el predicador no dice nada.”

 

Otro aspecto a considerar lo encontramos al ver que una generación nueva de predicadores está llegando a la iglesia. Con ellos (en algunos casos), un pensamiento, un sentir diferente donde algunos aspectos del tema cambian. Con ello también llegan lo que algunos llaman “vientos de cambio.” No miento cuando afirmo que esto se traduce en más libertad, donde la madre corta su cabello y lo trasmite a su niña y a otras mujeres en la iglesia.

 

Creo que aquí podemos encontrar una realidad, el predicador no hace el suficiente esfuerzo para enseñar, algunas veces no lo cree, en otros casos no quiere problemas con la mujer en la iglesia. Al inicio mencionaba que, el tema parece ser una batalla perdida por el hecho de que muchas mujeres en la iglesia no creen que esto sea importante para Dios. Otra parte corresponde a los que predicamos la Palabra, pero a muchos no lo ven como una prioridad, lo toman como si fuera algo opcional y deciden pasarlo por alto.

 

El apóstol Pablo señala la importancia y la necesidad de enseñar “toda la palabra de Dios.”

1. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16).

2. “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27).

3. Cuando esto no ocurre así, entonces el predicador también lleva su responsabilidad: por ejemplo, Pablo dijo; “Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos” (Hechos 20:26). De la misma manera lo había dicho el profeta; “Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.”

 

Como evangelistas, pastores o maestros, responsables de la enseñanza de las Escrituras tanto en lo privado como en lo público, debemos “cumplir nuestro ministerio” (2 Tim. 4:5). Pablo dijo esto a Timoteo, enseña, redarguye, corrige, instruye (2 Tim. 3:16) pues es la voluntad de Dios y la forma de completar su obra.

 

En conclusión

¿Qué estamos haciendo como cristianos con estos obstáculos? Queridos hermanos, como mujer usted puede ayudar a crear el ambiente propicio para que su hija, su nieta, y las mujeres en la iglesia aprendan. El hombre no puede permanecer en silencio, debe mostrar su autoridad como cabeza de la familia, debe instruir y hacer lo que le corresponde. El predicador tiene una responsabilidad de enseñar, instruir, exhortar para que esta obra sea completada, para que este mandamiento sea atendido. Amen.