EL SISTEMA PASTORAL

Ronny F. Wade

 

 

 

En el lenguaje del sectarismo, “el pastor” se refiere a un sistema de organización de la iglesia que da a un hombre la responsabilidad para dirigir los asuntos de la iglesia. Sin embargo, él puede usar a otros para ayudar en lograr ciertas metas, pero la responsabilidad primaria es de él y solamente de él. Es muy probable que el use términos como; “mi iglesia,” “mis diáconos,” “mis ancianos,” y “mi ministerio.”

 

Por muchos años las Iglesias de Cristo se resistían fijamente a esta práctica sectaria. Sin embargo, poco a poco la tendencia fue en sentido contrario. W. E. Garrison y A. T. DeGroot, historiadores del movimiento de los Discípulos de Cristo, dicen en la página 406 de su libro, Los Discípulos de Cristo: Una Historia (The Disciples of Christ: A History): “…en los años después de 1896 las Iglesias de Cristo se habían ablandado en su posición, que anteriormente era muy dura, sobre el punto del sistema pastoral, la música instrumental y las sociedades misioneras.” La mayoría de las iglesias desviadas negarían que esto sea el caso. Sin embargo, me parece que uno que observa con cuidado podría admitir que “ellos se habían ablandado.” En teoría, la mayoría de las congregaciones se oponen al concepto sectario del sistema pastoral, pero en la práctica muchos tienen el equivalente a tal sistema.

 

A este escritor le parece que hay varias razones por las que tal sistema es malo, notemos algunas:

 

 

Se opone al propósito de Dios en el cristianismo. El énfasis en el cristianismo, esta puesto sobre el individuo. Soy responsable a Dios, yo no puedo responder por usted, ni usted por mí. Cada cristiano es parte de una “…casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2.5).

 

  

Todos deben de ministrar a Dios, y uno al otro, dentro de las limitaciones de la palabra revelada. Dios juzgará “…sin acepción de personas…según la obra de cada uno” (1 Pedro 1.17). En la iglesia del Nuevo Testamento el Espíritu Santo no había puesto solamente un hombre como el portavoz. En la asamblea a todos que habían sido dotados con el poder para edificar, exhortar y consolar, les fue dado el privilegio para hacerlo (1 Corintios 14.31). Cualquier sistema que da a solo un hombre la responsabilidad de la edificación, está directamente opuesto al propósito de Dios en el Cristianismo.

 

 

Está opuesto a la base verdadera del ministerio. Jesús dijo: “Como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20.28). El sistema pastoral crea un ambiente, el cual tiene la tendencia en poner la responsabilidad de todo sobre los hombros de un solo hombre. Así, otros no sienten ninguna responsabilidad. La razón es “porque tenemos un predicador.” Si alguien está enfermo el predicador es avisado y se espera que él vaya y cumpla una visita oficial. Cuando una familia se traslada a nuestra ciudad damos el nombre de la familia al predicador, y esperamos que él vaya a cumplir una visita oficial dejando su tarjeta y que no olviden quien es el. Él tiene que visitar las personas que dejaron de congregarse, organizar las actividades, buscar a los perdidos y consolar a los afligidos. Cuando él no cumpla una de estas cosas alguien está listo a decirle, “estas son las cosas que le pagamos a cumplir.”

 

 

Este sistema destruye toda la naturaleza del cristianismo, la cual es servir a otros. Si hay uno que necesita consuelo, entonces todos deben consolarlo (1 Tesalonicenses 4.18). ¿Hay huérfanos y viudas que son afligidos? Cada cristiano debe visitarlos (Santiago 1.27). ¿Hay los que están fuera de la iglesia y deben ser convencidos? Deben ser convencidos por todos (1 Corintios 14.24). ¿Hay uno que fue sorprendido en alguna falta? Todos que son espirituales deben restaurarlo (Gálatas 6.1). Todos somos ministros (siervos) de Cristo. Por eso todos nosotros tenemos las mismas obligaciones. No podemos quitar nuestras obligaciones por emplear a alguien para cumplir la obra de nosotros.

 

 

Reduce a la iglesia a ser una iglesia debilitada y sin carácter. Es común leer y escuchar de “los edificios grandes de las iglesias,” “las ofrendas grandes,” y “mucha gente” cuando los hombres describen sus éxitos en sus ministerios. En muchas de las “historias de éxito” cuando el predicador salga, también sale la gente; esto lleva a contemplar que si eran convertidos a Cristo o al predicador. Es una situación lamentable cuando el predicador dice, “Tengo que salir pero tengo miedo que algunos van a dejar la iglesia.” Esto es una admisión que el predicador fracasó en su obra para convertir a la gente a Cristo. Sin embargo, es peor cuando un predicador dice, “No sé qué debo hacer porque si me quedo aquí algunos van a dejar la iglesia, pero si salgo de aquí algunos van a dejar la iglesia, por eso, no sé qué debo hacer.” Esto indica claramente que si el predicador hubiera utilizado más tiempo convirtiendo a la gente a Cristo en vez de buscar algo para su propia ganancia no se habría enfrentado con este problema.

 

 

Todo esto muestra la debilidad en el sistema de un hombre como pastor, es decir que la iglesia va a ser más débil bajo este sistema. El talento de los demás esta tan rezagado que cuando ay la primera señal que el predicador va a salir; esto causa un pánico dentro a los miembros de la iglesia que comienzan a buscar “otro predicador.” Si a uno le falta ejercicio, luego la persona estará incapacitada. Sucede Lo mismo con la iglesia. Cuando “la mayoría” no se ejerza, no trabaje y deje a alguien a llevar la carga, la debilidad será el resultado.

 

 

El sistema pastoral desanima al crecimiento y el trabajo del individuo. Ay una tendencia a elevar “el clero” a una posición que no es bíblica. Mientras que da la apariencia de progreso y prosperidad espiritual, en realidad, hurta al reino de estos dos. ¿Hay un sistema así dentro de nosotros hoy? ¿Nos estamos moviendo en esta dirección? Cada cristiano debe pensar en estas dos preguntas. Si estamos yendo en esta dirección o si existe esta situación, debemos dar una vuelta y hacer los cambios necesarios. Hermanos, si hemos ablandado nuestra posición, ¿hicimos esto porque la biblia manda el cambio o porque la gente quería el cambio?

 

 

 

 

(Tomado de El Pregonero Latino)