La Relación del Sacrificio de Cristo con la Salvación

 

El beneficio de la salvación, especificado en el Nuevo Testamento.

 

 

 

La redención por el pecado

La redención o liberación de la maldición del pecado: esto debe ser el significado de la expresión de Cristo: “el hijo del hombre vino… a dar vida en rescate por muchos” (Mr. 10:45; Mt. 20:28). El hombre se encuentra cautivo en el pecado, el Padre envía a su hijo a pagar el rescate por la libertad del cautivo, y la muerte de su Hijo es el precio pagado. Pablo usa las palabras “redimidos” y “redención” en el mismo sentido. Él asegura que somos “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos 3:24-25). Aquí el apóstol relaciona la justificación con la redención como el medio para asegurar aquella y la redención con la sangre (la muerte de Cristo) como la forma de obtenerla. Es decir: la muerte de Cristo asegura la redención y por la redención se obtiene la justificación. En Gálatas 3:13 habla de ser redimidos de “la maldición de la ley.” La ley era una maldición porque el hombre un pudo cumplirla. Esta maldición es la pena por quebrantar la ley (compare Gal. 4:5 en el mismo sentido aun cuando la palabra maldición no es usada). Pablo también enfatiza la misma enseñanza en Efesios y en Colosenses; “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Ef. 1:7), (compare Col. 1:14). Pablo ensena en 1 Tim. 2:6 que Cristo se dio a sí mismo en rescate por todos.”

 

El autor de la carta a los Hebreos, afirma que Cristo, por el sacrificio de sí mismo, “obtuvo eterna redención” para el hombre (Heb. 9:12). Juan dice que Cristo nos lavó de los pecados con su sangre” (Ap. 1:5). La idea de Juan es compatible con la de la redención o liberación por rescate. Pedro ensena la misma verdad en 1 Pedro 1:18-19. Como podemos ver tanto Jesús, como los escritores del Nuevo Testamento, reconocen en el sacrificio de Cristo la forma de obtener la redención del hombre.

 

La reconciliación 

La idea de la reconciliación involucra una diferencia entre dos partes. Hay una separación entre Dios y el hombre. La reconciliación es la restauración de la amistad entre las dos partes. Jesús no entrega ningún mensaje directo en cuanto a la reconciliación, pero implica la repugnancia de Dios por el pecado del hombre y la pobre relación entre Dios y el pecador arrepentido (Ver Lc. 18:13). Jesús pone en boca del publicano las palabras: “sé propicio a mi pecador.” Pero Jesús nunca asegura la reconciliación de Dios con el pecador.

 El apóstol Pablo, sin embargo si lo hace: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Rom. 5:10). Por este pasaje, no puede quedar duda que Pablo pensaba que la muerte de Cristo tiene la finalidad de procurar la reconciliación. En Ef. 2:13, 14. 18, Pablo pone la cruz de Cristo como el medio para la reconciliación entre las razas hostiles de hombres. Pablo llega al clímax de su concepción de la reconciliación obrada por la cruz de Cristo cundo asegura que los resultados unificadores de la muerte de Cristo tienen un alcance universal (Ef. 1:10).

 El autor de Hebreos, también implica que la muerte de Cristo asegura la reconciliación, cuando la conoce como la “ratificación del Nuevo Pacto” (Heb. 9:15). La muerte de Cristo es necesaria para ratificar el Nuevo Pacto, el cual trae a Dios y al hombre a una nueva relación (Heb. 8:12). En Heb. 2:17 el autor usa la palabra reconciliación, implicando la propiciación obrada por la muerte de Cristo. Así, la doctrina de la reconciliación está también en la carta a los Hebreos. Juan enseña la reconciliación con Dios, por medio de Cristo como nuestro abogado, pero no la conecta expresamente con la muerte de Cristo como el medio para lograrla (1 Jn. 2:1-2). Pedro guarda silencio en este punto.

 

La remisión 

La reconciliación implica que Dios perdona y que ha perdonado. Jesús y los escritores del Nuevo Testamento, declaran que la muerte de Cristo es la base del perdón de Dios. Jesús, al instituir la Cena conmemorativa, dijo: “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mt. 26:28). Pablo no deja duda en cuanto a la conexión entre el sacrificio de Cristo y el perdón de los pecados hombre. Esta idea tiene su raíz en el gran pasaje sobre la justificación (Rom. 3:21 a 5:21; especialmente Rom. 4:7); la remisión se declara positivamente en Ef. 1:7 y Col. 1:14. El autor de la Carta a los Hebreos enseña que el derramamiento de la sangre de Cristo, bajo el Nuevo Pacto, es tan necesaria, para asegurar el perdón, como lo era el derramamiento de sangre de animales bajo el Antiguo Pacto. Juan también implica que el perdón está basado en la sangre (1 Jn. 1:7-9).

 

La cancelación de la culpa

Una verdadera reconciliación y perdón incluye la cancelación de la culpa del ofensor. Jesús no usa ninguna palabra directamente relacionada con esto. Pablo cierra su argumento de la universalidad del pecado humano, asegurando que “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios” (Rom. 3:19). Quedar bajo el juicio de Dios significa ser culpable ante Dios, y estar sujeto a condenación por parte de Dios. Sin embargo en Rom. 8:1 Pablo exclama “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” La culpa o exposición del pecador a la ira de Dios y por lo tanto al castigo, es removida por la ofrenda por el pecado hecha por Cristo. Esta idea está implícita en Heb. 2:15, pero no es expresada por Pedro o por Juan.

 

La justificación o buena relación con Dios

Una buena relación con Dios, está implícita en el punto anterior. El perdón del pecado y la cancelación de la culpa traen a una buena relación con Dios. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Cor. 5:21). En este pasaje Pablo hace de la justificación el propósito Divino para el sacrificio de Cristo.

 

La adopción de hijos

La adopción de los creyentes como hijos, también es conectada, por Pablo, a la muerte de Cristo (Rom. 8:17). Aunque este pensamiento no es encontrado en ninguno de los demás escritos del Nuevo Testamento.

 

(Material de estudio; reunion de predicadores en la Col. Guayulera, Saltillo Coahuila Mexico)